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¿Recordáis las historias y cuentos que os contaban o leíais de pequeños? Quizá siempre os viene a la memoria alguno en concreto porque en su momento os gustó mucho el personaje o tal vez el final os sorprendió tanto que no lo habéis podido olvidar. Y es que los cuentos y relatos cortos son una estupenda opción para que los más peques se inicien en la lectura, pero también pueden calar muy hondo en sus recuerdos y favorecer el aprendizaje de valores, o incluso convertirse en toda una lección de vida para el futuro.
Un claro ejemplo de cómo los relatos pueden ayudarnos a educar en valores a nuestros hijos e hijas son las fábulas, esos pequeños cuentos cuyas historias siempre dejan un mensaje positivo en forma de enseñanza. Las fábulas se dice que tienen su origen en la India y nacieron con un objetivo didáctico, como era el educar en valores y virtudes a los hijos de los nobles, para que llegaran a convertirse en gobernantes.
Aunque desde entonces, las fábulas han evolucionado y se han occidentalizado, este objetivo sigue vigente en la actualidad. ¿Por qué las fábulas educan y resultan tan atractivas para los niños?
En primer lugar, los protagonistas son animales con cualidades y comportamientos humanos, que viven situaciones del día a día con las que los peques se identifican fácilmente. Estos animales humanizados les resultan atractivos e interesantes, ya que les recuerdan a sus mascotas, a sus peluches o a sus personajes de dibujos favoritos, por eso empatizan con ellos y se involucran en aquello que les está pasando. La historia transcurre y la solución al conflicto siempre depende de la forma de actuar y de las decisiones que toman los protagonistas, y mientras tanto, los peques se implican en la trama y asimilan el mensaje final que viene en forma de moraleja. Valores como la amistad, el respeto, el compañerismo o la obediencia pueden ser transmitidos con las fábulas.
Hay algunas muy tradicionales, como “La Cigarra y la Hormiga”, que nos habla de cómo el esfuerzo tiene su recompensa, a la vez que nos invita a tener compasión por los demás y ayudarles si lo necesitan. Pero puedes encontrar muchas más fábulas con fantásticos mensajes, o visitar alguna librería y elegir con tus hijos aquellos libros de cuentos cortos que más le llamen la atención.
La cigarra era feliz disfrutando del verano sin hacer otra cosa que tomar el sol. Mientras tanto su amiga y vecina, una pequeña hormiga, pasaba el día entero trabajando, recogiendo alimentos.
– ¿No te cansas de tanto trabajar? Descansa un rato conmigo mientras canto algo para ti. – Le decía la cigarra a la hormiga.
– Deberías recoger provisiones para el invierno y dejar de holgazanear.
La cigarra se reía y seguía cantando sin hacer caso a su amiga.
Hasta que un día, al despertarse, sintió el frío intenso del invierno. Comenzó a sentir hambre, pero la nieve cubría los campos. Vio a lo lejos la casa de su vecina la hormiga, y se acercó a pedirle ayuda.
– Amiga hormiga, tengo frío y hambre, ¿no me darías algo de comer? Tú tienes mucha comida y una casa caliente, mientras que yo no tengo nada.
– Dime amiga cigarra, ¿qué hacías tú mientras yo madrugaba para trabajar? ¿Qué hacías cuando cargaba con granos de trigo de acá para allá?, respondió la hormiga.
– Cantaba y cantaba bajo el sol – contestó la cigarra.
– Pues si cantabas en el verano, ahora baila durante el invierno.
Y le cerró la puerta, dejando fuera a la cigarra, que había aprendido la lección.
Pero la hormiga se lo pensó mejor y volvió a abrir la puerta para que la cigarra entrara y pudiera calentarse y comer algo.
Moraleja: no debemos ser perezosos. Hay que esforzarse y no esperar que los demás trabajen para nosotros.
Y ¿Por qué no practicar inglés con las fábulas? Aquí os dejamos un vídeo donde la hormiga y la cigarra nos cuentan su historia de primera mano.
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