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Si hay algo que caracteriza a los más peques de la casa, sin duda es la energía y las ganas que le ponen a cualquier actividad que realizan en su día a día. Sus respuestas ante los distintos estímulos favorecen su desarrollo cognitivo y les proporcionan esa vitalidad tan propia de los niños.
No obstante, hay que tener en cuenta que la sobre-estimulación infantil a la que muchas veces se ven sometidos por la actividad diaria, y por el creciente uso de las nuevas tecnologías, puede favorecer determinados niveles de estrés que serían los posibles responsables de episodios de cansancio excesivo, sobre-excitación o incluso ansiedad.
Además, los más peques también pueden sufrir molestias en la espalda por cargar con la mochila, por algún esfuerzo extra con la práctica deportiva, por acumular cansancio si han dormido poco y mal, o porque las defensas están un poco bajas.
Para conseguir que se relajen y para propiciar una correcta postura corporal, la práctica de yoga puede resultarles muy útil. Les ayudará además a ejercitar su musculatura y aumentar su flexibilidad, aportándoles un equilibrio físico y mental que favorecerá su concentración y bienestar.
El desarrollo de la movilidad, la fuerza y elasticidad que proporciona el yoga se adquiere con la práctica de las asanas, que así es como se llaman cada una de las posturas corporales del yoga. No obstante, lejos de imaginarnos posturas perfectas e imposibles, a los niños hay que plantearles la práctica del yoga como un juego en el que se van introduciendo nuevos movimientos muy poco a poco, con posturas fáciles que despierten su auto-exigencia, y sobre todo, como una actividad divertida que no les resulte competitiva.
Cada postura conlleva una correcta secuencia de inhalaciones y exhalaciones por la nariz, que acompañan cada movimiento y permiten que los niños aprendan a respirar de una forma consciente y calmada. Sin duda, la respiración es una de las partes más importantes de la práctica del yoga y realizarla de forma correcta es fundamental para que los niños consigan relajarse, acompañen la creación de la asana y aprendan a ser conscientes del aquí y el ahora. Esa unión del ejercicio físico y la respiración aporta serenidad a sus emociones, les ayuda a conocerse mejor y aumenta la autoestima y la seguridad en sí mismos.
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