Sin duda alguna, la misión de educar a los hijos puede que sea una de las más difíciles pero también una de las más apasionantes. Los padres queremos que cuando crezcan tengan éxito en la vida, y no sólo a nivel profesional, sino que se conviertan también en personas felices que sepan valorar lo realmente importante.
Los valores son los principios, virtudes o cualidades que caracterizan a una persona y se consideran típicamente positivos o de gran importancia por un grupo social. A lo largo de la vida un individuo actuará de una u otra forma según sus valores, ya que éstos definen sus pensamientos, determinan sus conductas y expresan sus sentimientos o intereses.
Que sean respetuosos, solidarios, que amen a su familia o sean amables y responsables son algunos de los valores que nos gustaría transmitir a las futuras generaciones. Familia, educadores y el entorno más cercano son las influencias más directas de quienes los pequeños aprenden, casi de forma inconsciente, esos valores que configurarán su personalidad.
Mediante el ejemplo y la imitación, los más pequeños empiezan a desarrollar sus propios valores, y aquí los padres desempeñan un papel muy importante, ya que son el máximo referente de sus hijos y un espejo en el que se miran continuamente. ¿Quién de pequeño no soñaba llegar a ser como sus padres?
La cortesía, el respeto y el agradecimiento son valores muy fáciles de practicar en el hogar. Algo tan simple como utilizar el “por favor”, el “gracias” o las “de nada”, son fórmulas de repetición que si los adultos empleamos, los hijos también lo harán. Enseñarles a ser responsables de sus buenas y malas acciones es importantes para que aprendan a disculparse y saber perdonar, por eso hay que ir inculcándoles tareas según su edad, para que el valor de la responsabilidad se vaya forjando con los años.
Algo que con el día a día se nos olvida porque lo damos por hecho, pero es absolutamente fundamental, es cultivar el amor, que los niños se sientan queridos y expresen también sus sentimientos con naturalidad. Demostrar gratitud cuando nuestros hijos nos dan un abrazo o sorprenderles con arrumacos y besos cuando menos se lo esperan, son acciones que despiertan las emociones y refuerzan el valor del amor.
También es importante inculcarles valores como la generosidad y el respeto al medio ambiente como un legado que han de cuidar. Además de enseñarles a compartir, también es interesante que participen en labores con fines solidarios. Por ejemplo, cuando donemos ropa, pueden ayudarnos a clasificarla, doblarla y guardarla en bolsas, de forma que entiendan que siempre va a haber gente con menos recursos a quien se puede ayudar con pequeños gestos. Y para que aprendan a respetar la naturaleza y el medio ambiente, es importante inculcarles hábitos en el hogar, como que nos ayuden a trasplantar o regar las plantas, concienciarles de algo tan básico como la separación de residuos en distintos recipientes para llevarlos al contenedor correspondiente o enseñarles a no dejar desperdicios en la playa ni cuando vamos de excursión a la montaña.